El consumo sostenible adquiere relevancia global

La sostenibilidad a nivel global se plantea con fuerza creciente como uno de los principales retos del siglo XXI y cada vez suenan con más fuerza conceptos como la ecoeficiencia o la «ecologización de la economía».

Cobra importancia también la productividad de los recursos, que calibra el grado de uso o abuso de los recursos naturales, y surgen nuevos métodos para medir los impactos ambientales. Se trata de ampliar el concepto de desarrollo sostenible tanto en el ámbito público como privado, estableciendo así un sistema de «gobernanza verde» global.

Así las cosas, las pautas marcadas para buscar solución a los problemas globales se orientan cada vez más por la senda del desarrollo sostenible. En pleno siglo XXI cobran relevancia y actualidad las máximas recogidas en 1987 en el controvertido Informe Brundtland, que define al desarrollo sostenible junto al rol del crecimiento económico, la equidad social y el papel de los poderes políticos.

«Responder a las necesidades esenciales requiere no sólo una nueva era de crecimiento económico para las naciones en las cuales la mayoría es pobre, sino también la seguridad de que los pobres recibirán una porción justa de los recursos necesarios para mantener el crecimiento económico», reza el informe.

CONSUMO SOSTENIBLE

En este sentido destaca de la mano de Deloitte el informe ‘The Consumption Dilemma’, que asegura que la transformación económica y un consumo más respetuoso y sostenible son factores esenciales para el bienestar poblacional. Los datos aportados por la consultora se complementan con cifras que revelan que 9 de cada 10 CEOs consultados entre las principales compañías reconocen que la sostenibilidad es vital para el éxito empresarial.

El documento ahonda también en la necesidad de medir el bienestar a través de indicadores que se alejen de las cifras macroeconómicas, una idea expuesta ya en su día en el ensayo ‘El fetichismo del PIB’ de Joseph Stiglitz.

De hecho, la relevancia del PIB más allá de sus repercusiones macroeconómicas ha comenzado a tomar relevancia en los últimos tiempos, al principio tímidamente, tal como se revela en un informe del PNUMA publicado este mismo año que destaca que la inversión del dos por ciento del PIB mundial en diez sectores fundamentales puede poner en marcha una transición hacia una economía verde baja en carbono y con un uso más eficiente de los recursos.

Dicha cantidad, equivalente actualmente a alrededor de 1.3 billones de dólares anuales, respaldado por políticas nacionales e internacionales con miras al futuro, permitiría que la economía mundial creciera al menos al mismo ritmo, si no es que mayor, que el previsto con los modelos económicos actuales.

En este sentido, ‘The Consumption Dilemma’ aborda la necesidad de que el consumo sostenible adquiera un carácter cada vez más imperativo. Además, la confianza de los consumidores y la participación como ciudadanos en un contexto amplio de sostenibilidad es un paso importante en este proceso. Hay  también innumerables oportunidades para las empresas y asociaciones para  tomar medidas para cambiar la mentalidad y el pensamiento integrar el concepto de desarrollo sostenible en el ADN empresarial.

Para los expertos, el camino a seguir pasa por la colaboración y la unión de las voces de consumidores, empresas, grupos de interés y responsables políticos. En general, la tarea que debe acometerse en el escenario productivo del siglo XXI pasa por revitalizar una economía maltrecha al tiempo que se descifran nuevas señales y se camina tras las huellas de nuevos conceptos como ‘responsabilidad social’, ‘sostenibilidad’ o ‘transparencia’.

NUEVO IMPULSO CON ‘VISIÓN 2050’

El concepto de desarrollo sostenible y consumo responsable a nivel global está muy ligado a iniciativas pioneras que han tenido lugar en los últimos tiempos. Una de ellas es la adoptada por el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD) a través de su investigación ‘Visión 2050’, que analiza el sendero que deberá marcar las directrices para conseguir que una población global de aproximadamente 9.000 millones de personas alcancen el bienestar dentro de los límites de recursos del planeta de cara a 2050.

El documento pretende ser manual de deberes (must have) sobre las medidas a tomar durante la próxima década para alcanzar una sociedad planetaria lo más sostenible posible.  Entre las tareas propuestas se incluye la puesta en marcha de los mercados de servicios de ecosistema y agua, el redoblamiento de la producción agrícola sin el aumento de la cantidad de tierra o agua utilizada; la reducción de la deforestación o el aumento de bosques plantados, reduciendo a la mitad las emisiones de carbono en todo el mundo.

Además, la sostenibilidad global además de una tendencia está convirtiéndose en una necesidad ineludible, a la luz de estadísticas que no dejan de ser desalentadoras. Informes como el ‘Riesgos globales 2011’ del World Economic Forum señalan que el mundo está enfrentándose a graves limitaciones básicas en cuanto al agua, los alimentos y la energía.

Las poblaciones y el consumo creciente, además del cambio climático, aumentan este desafío, mientras que las interconexiones entre estos problemas dificultan una adecuada respuesta. Es más, esta escasez es susceptible de provocar tensiones e inestabilidad a nivel social y geopolítico, haciendo que se tambalee todavía más el ya de por sí endeble tablero de juego de la economía mundial.

Así pues, los esfuerzos en este sentido han de duplicarse. Organismos como el Instituto Ethos aseguran que para alcanzar la visión de una economía inclusiva, verde y responsable, será necesario desarrollar un conjunto de acciones que formarán parte de una amplia agenda nacional y suprapartidaria. Esa agenda deberá elaborarse en un abarcador proceso de movilización social que involucre las principales fuerzas de cambio, con influencia en las políticas y mecanismos de mercado que van a sustentar y orientar los procesos económicos.

Fuente: Fundación Entorno. Madrid, 5 Septiembre (ICNR)

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